10 noviembre 2004

Derechos de autor... y deberes

[importado de mi antiguo blog en PsychoCorp.net]
Socorro. Me encuentro ante un terrible dilema. Os cuento.
Como algunos ya sabréis, aparte de tener un empleo de persona seria (más o menos), y una web de persona friki, también tengo una asociación de personas bohemias, más concretamente de teatreros (para los curiosos, www.teatrofilos.com)
Para más señas, también tengo una afición de persona solitaria, que es escribir, y en concreto el último montaje que estoy girando con el grupo es una obra de creación propia. Nuestra última actuación, hace diez días, fue en Motril (un pueblote de la costa granadina), donde un par de televisiones locales estuvieron grabando algunas imágenes. De hecho, una de ellas grabó TODAS las imágenes, es decir, la obra completa.
La semana pasada emitieron la obra, con tanto éxito, que repitieron al día siguiente... y al otro. (En defensa de mi modestia, diré que seguramente la obra no es tan buena... sino que andan escasos de programas). Ante estos acontecimientos, alguien me insistió en que debía registrar la obra y cobrar derechos. Y supongo que llevan toda la razón.
He estado empollando un poco el tema, y veo que los derechos me pertenecen simplemente por ser el autor, y que el Registro de la Propiedad Intelectual sólo sirve para facilitar el proceso de aclarar mi autoría, en caso de duda; y que asociarse a la mppfffff... llega el momento de decirlo.... asociarse a la sgae (lo pongo en minúsculas para que no suene a taco) sólo sirve para que ellos gestionen por ti la cesión (y el cobro) de derechos.
¿Y ahora qué hago? A todos los internautas la sgae nos cae como el culo, y con razón: han confundido el cobro de derechos con la rapiña al aficionado, y están consiguiendo introducir en la ley cosas que escapan a toda lógica (aunque eso es algo que no pondré a discutir aquí). En el otro extremo, los putasgae y demás grupúsculos rebeldes abogan por la desaparición del original y el boicot al producto español, perodiendo por completo la perspectiva de lo que supone la creación artística. ¡Ni tanto ni tan calvo, señores! Ni juan ni juanillo. Yo, que espero una regulación razonable de los derechos de autor (donde aquel que se lucre con la obra de otro deba pagar, y el aficionado que la disfrute la pueda disfrutar) me encuentro en tierra de nadie, ofendido por los ladrones de ambos bandos, y desprotegido como autor y como consumidor. Un desastre, vamos.
¿Y ahora qué hago? ¿Como no les puedo, me uno a ellos? ¿Me asocio a la sggrrgghh para luchar desde dentro? ¿Me dará alergia? ¿O me convierto en un autor copyright-free y renuncio al sueño de vivir del teatro?
Socorro. Me encuentro ante un terrible dilema.

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