05 noviembre 2004

Psicología moderna

[importado de mi antiguo blog en PsychoCorp.net]
El otro día leí algo que llamó notablemente mi atención, llegó así como de pasada (en una crítica musical, creo, últimamente leo tanta prensa gratuita alternativa que ya no recuerdo dónde fue) y se me quedó grabado como una señal de Shyamalan o de Paolo Coelho. Básicamente, la referencia (breve, ya digo) venía a decir que la psicología moderna ha desestimado el concepto del "yo", que ha descartado su existencia, pasando a aceptar la premisa de que cada uno somos varios "yos" en distintas etapas de nuestras vidas o en distintos momentos del día.
Seguramente en términos psicológicos esto, dicho así, sea inexacto, y en todo caso representará la opinión tan sólo de alguna tendencia dentro del campo del estudio de la mente humana, pero para mí eso era lo de menos. De alguna manera, esa idea aclaraba, o al menos daba cierta explicación científica (y por tanto, un rango de "normalidad") a todas mis neuras y mis contradicciones. Yo no tengo la culpa: la tiene mi otro yo.
Siempre he dicho que nadie está contento con lo que tiene. "El pájaro quisiera ser nube. La nube, pájaro", dicen que decía Rabindranath Tagore. El soltero busca emparejarse; al ennoviado le apetece tener una aventura. El funcionario sueña con ser artista; el artista ansía la seguridad de un trabajo estable. ¿Acaso no queremos ambas cosas a la vez? ¿La seguridad y la aventura? ¿El sueño y el suelo? Nos subimos a montañas rusas con más arneses que asientos para darle alas al sueño y contentar a todos nuestros yos.
A veces nos vemos reflejados en algo, y eso nos ayuda a comprendernos mejor a nosotros mismos. Las opiniones externas nunca vienen mal, pero cuando alguien nos da su opinión sobre nuestros problemas siempre respondemos con un "pero" o con cualquier cosa, pero siempre respondemos (de eso trata el conversar al fin y al cabo), siempre ponemos pegas y matices, y acabamos descartando lo que nuestro amigo (o psicólogo, puesto el caso) nos esté diciendo.
Quizá para eso está el arte.
El arte habla de gente sin hablar de personas (reales), y cuando nos vemos reflejados en las vivencias de otro, las aplicamos mejor a nuestra propia experiencia que cuando hablamos de ella directamente (no es bueno a veces ser demasiado autoconsciente). Esta vez me pasó con una teoría psicológica resumida en una crítica musical. La última vez fue con el "Apocalypse Now Redux" de Coppola (me pilló en fase exploradora-autodestructiva, como al protagonista obcecado en seguir adelante a cualquier precio, y me ayudó a evaluar los costes del desgaste, coger perspectiva, y buscar mejores caminos).
Señales. Mensajes que llegan a nosotros cuando más los necesitamos, y que quizá sólo nuestro yo de ese momento es capaz de interpretar en la dirección que necesitamos. ¿Destino cósmico o autosugestión? Quizá algún día lo explique una nueva teoría psicológica. Por el momento ya me ayudan a explicarme a mí mismo. O a nosotros mismos ;-)

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