14 diciembre 2006

Deprisa, deprisa

La urgencia define mis últimos días, la inercia compulsiva del nano parece no haber desaparecido, sólo se ha desparramado por otras historias a cual más aburrida, desde los problemas de la comunidad de vecinos que estúpidamente presido hasta la velocidad con la que el polvo se pega a mis muebles.
Hoy se une a mi particular lista de desconocidos un chico que me recuerda a mí en la cantidad de cosas que hace, y una de ellas, por su tiempo y su pausa y su calma, me sorprende y me admira: el blog donde cuelga sus trabajos fotográficos. Me he tomado la libertad de robarle la que me ha parecido más divertida.
Mi obsesión con Spiritualized continúa: en su Complete Works vienen dos versiones instrumentales de Broken Heart, música más que suficiente para las ultimas 48 horas de mi vida. Me debo estar volviendo un obsesivo.
Mientras tanto, mis ex cortan con sus novios, el mío se va de viaje de trabajo, Yoshi consigue estrellas pero no rescata a Luigi o Wario ni por cojones, he empezado un libro de poesía por hacer algo y voy a alquilar el dormitorio grande a ver si oscurezco los números del banco, que también esos se sonrojan demasiado deprisa. Menudo otoño.
¡Pero no importa! La felicidad es una opción personal, así que HEY habrá que fijarse en el hecho de que me voy a Berlín cuatro días a finales de mes, al menos esos, espero que molen. Qué agobio. Qué guay. Qué brrrrrr!

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