05 noviembre 2008

La realidad presidencial que están a punto de vivir está basada en hechos ficticios

Hoy es el día en que todo el mundo se cuelga la medalla de haber vaticinado la victoria de Obama o, más pedantes aún, de explicar los porqués de la misma. (Sabiendo cómo funcionan los medios de comunicación, no es difícil imaginar que todos ellos tenían preparados artículos con ambas versiones.)

Más allá del partido al que pertenezcan o de sus programas electorales, diferentes articulistas han encontrado las claves de la victoria (y por tanto de la derrota) en particularidades tan dispares como el apoyo de los internautas o el modo en que los candidatos han contado su historia (o en lo oportuno de esta).

Yo, que no voy a ser menos, veo motivos muy evidentes en algo que quizá ya se haya dicho (porque con tanto como dan de sí unas elecciones, alguien lo habrá tenido que mencionar), pero que para mi sorpresa no he leído por ninguna parte. Y lo mejor de todo: mi versión habla de una realidad basada en hechos ficticios.

En la significativa fecha del 6 de noviembre de 2001 se emitía el episodio 1 de la (hoy conocida) serie "24", que aún sigue en activo y en pocas semanas (23/nov/2008) comenzará a emitir su 7ª temporada. En aquel primer episodio se presentaba al senador demócrata y candidato a la presidencia David Palmer.

La imagen, hace 7 años, era chocante, y plantearla parecía el mismo recurso populista que años antes había supuesto meter un personaje gay en "Melrose Place", cuando el pobre no tenía nadie con quien liarse, pelearse o ponerse los cuernos como hacían los demás; vamos, que no pegaba ni con cola. Sacarse de la manga un candidato a la presidencia negro y fingir que tenía auténticas posibilidades de llegar a presidente se antojaba un reclamo a las audiencias raciales metido con calzador (igual que el detalle, que solemos pasar por alto, de que la "mujer desesperada" latina sea la más rica del grupo).

Allí la "suspensión de la incredulidad" fallaba un poco.
Sin embargo, conforme avanzaba la serie, el personaje cobró una tridimensionalidad que (los fans de "24" me pegarán por decir esto) le daba veinte vueltas en credibilidad al heroísmo de Jack Bauer. El senador Palmer se reveló como un personaje íntegro, que pese a enfrentarse a decisiones difíciles y tener graves problemas privados, se esforzaba por dar lo mejor a su nación y (no siempre pero a menudo) lo conseguía. En definitiva, un hombre que cualquier demócrata (el concepto, no sólo el partido) querría tener como presidente.
De una semana para otra (o quizá otra más), la idea de que Estados Unidos fuera gobernada por un negro no parecía tan descabellada. Me pregunto si (por no decir que "dudo sinceramente que") Obama hubiera recorrido este camino de no haber tenido tan buen antecedente... ficticio.

La ficción modifica la realidad... Interesante pensamiento, ¿no?

Posdata: También hay que decir que, a lo largo de la serie, Palmer fue objeto de numerosos intentos de atentar contra su vida, continuando con la tradición americana: "cada vez que hemos tenido un buen líder, con carisma, le han pegado un tiro" (palabras de su intérprete Dennis Haysbert). Esperemos que Obama tenga más suerte.

El texto dice: "Sólo es cuestión de tiempo" (tomado de PostSecret).

Ahora sólo falta ver si sus palabras, si su storytelling, esa ficción, eran realidad... y si la realidad le da tiempo de convertir en realidad sus sueños. Suerte, Barack. Suerte, mundo.

3 comentarios:

yosoyjoss dijo...

al fin y al cabo todo es mentira.

Daven dijo...

La ficción y la carrera de Barack Obama están más ligadas todavía ;)

http://www.vayatele.com/2008/02/29-el-senador-santos-de-el-ala-oeste-se-inspiro-en-un-joven-obama

Pero seguro que ya lo habías leído jeje

Anónimo dijo...

Pues que le compren un papa móvil. Después de dos años de campaña y de ser pesadísimos, ahora a ver si es verdad que arregla algo. Aunque no os engañéis, en el fondo, el presidente de USA sólo mira para USA.