Ni la anticipación con la que fui invitado ni los (casi) dos años que han pasado desde la aprobación del matrimonio homosexual me habían preparado para lo que viví ayer.
Al principio pensaba que me había equivocado de lugar, todo parejas hetero de mediana edad, emperifolladas para la ocasión, y ni una sola pluma a la vista... La sala de plenos del ayuntamiento tenía ese gusto rancio tan propio de las bodas clásicas que tanto me repelen. Pero cuando entraron los novios, todo se dio la vuelta. Estábamos celebrando la boda entre dos hombres, entre permanentes de peluquería y trajes nuevos comprados para la ocasión, entre abuelas y tías, entre primos y cuñados, entre corbatas y funcionarios, entre el cuarteto de cuerda y el retrato del rey, el amor de dos hombres.
Finalmente, cuando el concejal pronunció el "Pueden besarse", la sala de plenos del ayuntamiento estalló en aplausos, y había en ellos una fuerza que jamás he sentido en otras bodas. Había en todos los presentes una sensación de orgullo y de triunfo. Y eso, amigos míos, no tuvo nada de rancio.
2 comentarios:
Jo. Jo. No sé qué me emociona más, si sólo el contenido del post o lo mucho que, parece, significó para ti :)
Vivan los recuerdos nuevos para la colección... Y viva la sensación de que sirve de algo luchar ^^
(Al final fue confetti, lacasitos o qué? xD)
Mucho amor ;***
Hubo de todo al final, que lo vi en el suelo cuando me crucé con la boda =D
Desde luego ya era hora de que todos tuvieran las mismas oportunidades.
Me alegro de que la boda fuese emotiva ^___^
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